La oportunidad, la necesidad y el ímpetu emprendedor, a menudo suelen confluir en la trilogía que sustenta el desarrollo empresarial.
Éste es el camino recorrido por una mujer de temple y decisión, Silvia Grimaneza Viteri Álvarez, quien nació en Latacunga y se trasladó a temprana edad a trabajar en la ciudad de Quito como jefe de personal en una empresa de fabricación de calzado.
Atenta a las oportunidades, en 1980 adquirió un terreno de 2.000 metros en Nayón donde construyó una pequeña casa para vivir.
Propietaria de un terreno de considerable tamaño y aguda intuición para vislumbrar el futuro, Silvia construyó en la parte delantera locales comerciales y emprendió en la venta de material pétreo a las empresas constructoras.
Con algún capital extra inició también una incipiente ferretería, por cierto, la primera en este sector cuando habían muy pocas casas edificadas.
Su visión empresarial dio lugar a que la pequeña ferretería se convierta en la proveedora de todo tipo de materiales para la construcción de muchas casas que fueron poco a poco consolidando la población de Nayón.
Guarda imperecedera gratitud hacia la gente de la parroquia ya que por su aceptación y apoyo ha logrado fortalecer su emprendimiento encargándose directamente de compras, ventas, pagos, manejo de cuentas, entregas, entre otras variadas y necesarias acciones.
Su mayor satisfacción es haber educado bien a sus dos hijos, Anita, ingeniera comercial y máster en mercadotecnia y Heriberto, flamante arquitecto. Los dos trabajan y cooperan en la administración del negocio, técnicamente, con herramientas acordes con la exigencia de los nuevos tiempos.
Ellos son los llamados a implementar próximos servicios de asesoría en obra, como elaboración de planos, instalaciones eléctricas y sanitarias, legalización de edificaciones ya construidas y diseño integral de proyectos, a fin de ofrecer servicios completos a su comunidad a la que respetan y aprecian en alto grado.